Autor: Mons. Marco Frisina
Dios mío, Dios mío¿Por qué me has abandonado?
Todos los que me ven de mí se burlan;
me hacen gestos y dicen:
"confiaba en el Señor, pues que Él lo salve;
si de veras lo ama, que lo libre".
Los malvados me cercan por doquiera
como rabiosos perros.
Mis manos y mis pies han taladrado
y se pueden contar todos mis huesos.
Reparten entre sí mis vestiduras
y se juegan mi túnica a los dados.
Señor, auxilio mío, ven y ayúdame,
no te quedes de mí tan alejado.
A mis hermanos contaré tu gloria
y en la Asamblea aclamaré tu nombre.
Que alaben al Señor los que lo temen.
Que el pueblo de Israel siempre lo adore.
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