Si un auto no avanza es porque le falta algo: combustible, accesorios, batería, aceite, etc. Si un ministerio de música no crece es porque algo no está funcionando bien, le falta algo o muchas cosas. Por eso es necesario empezar a dar pasos concretos de crecimiento, esos pasos, al principio, pueden causar incomodidad pero, a la larga, nos ayudarán para que nuestro servicio sea más efectivo.
1. Sé humilde.
Reconocer que no lo sabes todo es una buena señal de crecimiento, con ello te das cuenta que puedes dar más de ti en el servicio ministerial.
Si tienes más conocimientos en la Música y Liturgia que sean para gloria de Dios y no para humillar a los demás, para creerte más que los demás, para estar cuestionando constantemente al responsable del grupo, o para hacer lo que, según tú, es lo conveniente.
2. Sé obediente.
Qué difícil es saber obedecer. “El que obedece nunca se equivoca”. Trabajando en obediencia crecemos en unidad. Obediencia a Dios, obediencia a la Iglesia que nos da unas normas para la correcta participación en la celebración de la Liturgia.
Lamentablemente el relativismo está fuerte en nuestro ambiente secularista y secularizante donde dicen que "todo vale si lo haces por amor", que "todos los cantos nos llevan a Dios"...
Si tú sabes que no se debe usar cantos no católicos en los actos litúrgicos, no los incluyas.
Si desobedeces a la Iglesia estás desobedeciendo a Jesucristo, y desobedecer a Dios es grave.
3. No te quejes ni murmures.
La queja manifiesta la debilidad interior, por tanto debilita el espíritu y crea incomodidad en el grupo.
La murmuración es un pecado y hace daño al crecimiento del grupo.
El que critica y murmura es porque lleva una soberbia y envidia. La envidia destruye a un ministerio e impide su crecimiento.
4. Aconseja en privado, sin ofender.
La corrección fraterna (corrección de hermano) nos ayuda a fortalecer el ministerio. Debe ser hecha con caridad. De lo contrario puede llenarse de enojos e iras silenciadas que al final no dan fruto y explotan en cualquier momento.
Si tienes algo contra tu hermano ve y corrígelo a solas, no movido por el odio o por la venganza sino por el amor.
Nunca hables mal ni de tu sacerdote, ni de tu hermano de la comunidad. Si ves algo que no está bien dialoga con él en privado, pero nunca, nunca murmures.
5. Perdona y olvida.
No guardes rencores. El Perdón es señal de madurez espiritual, si guardas rencor te haces esclavo de la ira y generas división.
Si te cuesta perdonar te doy un consejo: ora por ti para que no tengas rencor en tu corazón y luego oras por el que te ofendió para que tu oración y tu perdón sean más efectivos.
6. Frecuenta los sacramentos.
Cuando un ministerio de música que, pudiendo hacerlo, no se confiesa y no comulga es muy preocupante. No sabe para qué está sirviendo. No sabe en qué consiste su “servicio”. Puede que no esté sirviendo sino buscando protagonismo. Es un figureti.
El centro es Jesucristo, es a Él a quien cantamos, es con Él con quien buscamos encontrarnos.
Hay circunstancias en que hermanos nuestros forman parte de un ministerio pero están convivientes: a ellos les animo a seguir participando en su parroquia y a orar más para que puedan formalizar su unión y recibir la bendición de Dios en el Matrimonio. Tanto a ellos como a los “casados divorciados unidos con otra persona” los animo a hacer la comunión espiritual.
7. Fórmate cristiana, litúrgica y técnicamente.
No te contentes con solo cantar. Esmérate por vivir como un auténtico cristiano participando de los ejercicios espirituales, jornadas, charlas o cursos de formación.
Estudia los documentos oficiales de la Iglesia en lo que respecta a la liturgia y música. Estos documentos tienen prioridad y ningún Obispo o sacerdote puede ir en contra de dichos documentos.
De acuerdo a tus posibilidades busca ayuda profesional para una formación técnica en la música y en el canto porque a Dios hay que darle lo mejor.
8. Participa activamente en la Santa Misa.
El gran peligro de algunos integrantes es llegar tarde a la Misa, ponerse a conversar durante la homilía, salirse del templo, agarrar el celular, ponerse a afinar la guitarra, ponerse en un lugar donde nadie los vea para hacer otras cosas ajenas a la Liturgia, etc. También los músicos están obligados a participar activamente en la celebración.
Les recuerdo que la música está al servicio de la Liturgia.
9. No te acostumbres, sé alegre.
Cuando uno empieza a acostumbrarse puede caer en rutina. Pon amor e ilusión en las celebraciones, reuniones y ensayos. Puede que tengas motivos más que suficientes para estar amargado… deja a lado eso, ponte a orar, invoca al Espíritu Santo. Si no hay espiritualidad en un ministerio la rutina será amiga de cada día.
Necesitamos de cristianos alegres que contagien e inviten a los demás a acercarse. No pongas cara de cementerio como dijo el Papa Francisco.
10. Trabaja en comunidad.
Otro problema es creerse indispensable, sentirse la última gota del desierto, querer acapararlo todo, querer cantar más fuerte que el otro.
En un coro todos deben tener el “mismo ritmo”, caminar hacia la misma dirección, hay que igualar las voces. Que ninguna voz sobresalga, eso da mal gusto al oído y mala impresión del que lo hace.
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