Autor: Sergio Armando Torres Gómez
Durante
la cena se quitó el manto;
se
puso a lavarles los pies para purificarlos.
No
comprendían el significado de esta acción,
un
lazo de humildad y misericordia.
Llegado
el turno a Simón Pedro,
quien
dijo: “A mí nunca me lavarás los pies”.
“Si
no te lavo conmigo no podrás compartir”.
Fue
lo que respondió el Señor y Maestro.
Lávame
Señor junto a mis hermanos por favor,
pues
ahora comprendo que esta acción purifica el alma.
Lávame,
Señor, pues quiero estar limpio con tu amor
y yo
a mis hermanos serviré según tu palabra.
Al
terminar su acción se puso el manto,
sentándose
a la mesa se puso a explicarles:
“¿Han
comprendido que siendo Maestro y Señor
he
venido a servirles como signo de mi amor?”
Entonces
los envió a seguir amando,
sirviendo
a los demás por reinos y naciones.
“Ser
servidor no los hace menos que el patrón
y el enviado no es menor a quien lo envía”.Sugerencia para su uso: Lavatorio de pies en el Jueves Santo
No hay comentarios:
Publicar un comentario